Es tal la maraña de propuestas, ideas, empresas, servicios, productos, proyectos y consejos que izan su propia bandera de ‘low cost’ (como Mensajería Low Cost) que en los últimos años el término se ha consolidado como principio de consumo crítico y, en los peores casos, se ha desvirtuado confundiendo tocino, velocidad, churras y merinas.
Como parte de esta nueva corriente, y de acuerdo con otras muchas compañías y proyectos empresariales que admiramos, también tenemos nuestra filosofía ‘low cost’, que vamos a intentar resumir en dos pentálogos. Como siempre, nos interesa mucho saber vuestra opinión al respecto.
Qué no es «low cost»
1. No es bajar el listón. Cuando un consumidor quiere aprovechar todos sus céntimos puede ahorrar sin renunciar a niveles de calidad.
2. No es evitar la legalidad. Una filosofía de ‘bajo coste’ correcta incluye IVA, seguros, etc.
3. No está reñido con la responsabilidad. Hay determinadas estrategias empresariales que fuerzan y se aprovechan de la situación para poder rebajar precios a costa de perjudicar a proveedores o colaboradores de otros países.
4. No pueden ser engaños. Nos referimos a esos precios que son baratos hasta que se le añaden todo tipo de costes adicionales que no aparecían en la explicación inicial. Si desmenuzamos el precio de cualquier producto o servicio y nos vamos al precio de costo siempre parecerá barato. Hacer esto es mentir, claro.
5. No son servicios o productos sujetos a variables arbitrarias. Si se pide al usuario que haga una compra en un momento muy concreto rivalizando con otros compradores sobre un sorteo o se somete el precio a puja, estamos ante un buscachollos o buscagangas, no a un servicio low cost de verdad.
Qué es «low cost»
1. Un producto o servicio dirigido al consumo crítico. Los usuarios, cada vez más, quieren pagar una cantidad justa con respecto a lo que se contrata o compra, sin añadiduras indeseadas ni prisas no necesarias.
2. Se compenetra con otros productos y servicios. Si la filosofía «low cost» nació ligada a los vuelos por su elevado precio, el concepto se ha extendido de forma natural a los servicios hoteleros, restauradores o turísticos, hasta llegar al más cotidiano de los consumos. Cuando se inicia un proyecto de empresa ‘low cost’, además de analizar el escenario para ver si hay un hueco para él, hay que pensar en posibles cadenas de compenetración. E imaginar sinergias…
3. Está en Internet. Para buscar el mejor precio de algo, una conexión a Internet facilita mucho las cosas.
4. Es sencillez. Lo complicado ha de ser idear el servicio y efectuar una buena gestión (por ejemplo, en el caso de los vuelos el objetivo de prioridad máxima es ocupar todas las plazas de cada avión). Pero el cliente no puede encontrarse con rocambolescos sistemas de contratación que piden claves, fianzas o interminables formularios.
5. Aplica una gestión de dynamic pricing. Esto es, se adapta y readapta a las situaciones de la oferta y la demanda para obtener siempre el precio justo de las cosas. En nuestro caso, por ejemplo, conseguimos seguir abaratando los costes de las tarifas gracias a que el envío de paquete es cada vez de más volúmen-.